domingo, 4 de diciembre de 2011

33

Con los ojos cerrados

encuentro todo,

pero la verdad es que

no sé cuánto necesito

de ese todo.



Me arriesgo a tomar lo que encuentro

en esa esquina donde hay sonidos de bandoneón

y una palabra dada vuelta,

que tardaré todo un domingo en descifrar.


Tal vez deba cerrarle los ojos a la palabra para ver si en ella

está todo ese algo necesario.

El bandoneón, mientras,

me dice que vos estás,

no podré detenerlo,

con él, el tiempo es otra cosa

que la palabra o la búsqueda,

es otro riesgo, que corro

con los ojos cerrados.

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